![](https://static.wixstatic.com/media/d150c1_80567594d0d74740a0d09800686f9d84~mv2.jpg/v1/fill/w_317,h_478,al_c,q_80,enc_auto/d150c1_80567594d0d74740a0d09800686f9d84~mv2.jpg)
Se trata de un libro en el que el autor realiza una reflexión sobre la luz, comparando la concepción que se tiene de la misma en oriente con la de occidente.
El libro comienza con una pequeña referencia a las casas tradicionales japonesas, con las que nos expone la primera gran diferencia existente entre ambas culturas. Mientras que en occidente prevalece la comodidad y la luminosidad en el espacio, en este tipo de casas, se aprecia la penumbra y las sombras,
A medida que avanza en su reflexión, el autor va exponiendo una serie de ejemplos en los cuales se aprecia la clara diferencia entre ambas culturas.
Para explicarlo, Junichiro Tanizaki, no solo habla de las estancias o los edificios, también hace comparativas con la comida, hablando de cómo hay sabores que para apreciarlos como se debe, es necesario presentarlos en un recipiente concreto y con la iluminación apropiada.
"... la vista de un objeto brillante nos produce cierto malestar. Los occidentales utilizan, incluso en la mesa, utensilios de plata, de acero, de níquel, que pulen hasta sacarles brillo, mientras que a nosotros nos horroriza todo lo que resplandece de esa manera [...] No es que tengamos ninguna prevención a priori contra todo lo que reluce, pero siempre hemos preferido los reflejos profundos, algo velados, al brillo superficial y gélido; es decir, tanto en las piedras naturales como en las materias artificiales, ese brillo ligeramente alterado que evoca irresistiblemente los efectos del tiempo..." (Tanizaki, pág. 8)
En las últimas páginas del libro, el autor da su propia opinión sobre la belleza "... creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por yuxtaposición de diferentes sustancias..." (Tanizaki, pág. 21)